miércoles, 28 de marzo de 2012

Conferencia poco seria pero magistral impartida por Don Félix Rendon Magaña

Hace mucho, en un viaje que me avente a un pueblito montañoso de Michoacán, conocí a un señor con más arrugas que canas, bueno, ahora mismo no recuerdo qué había más, si canas o arrugas, lo único que me importa recordar de él es que le salía sabiduría de entre las barbas que se cargaba. El señor se llamaba Don Félix, si, “Don” Félix, él mismo me dijo que no podía llamarlo sin antes de su nombre de pila poner un “Don” porque el tenia más años que yo y eso hacia suponer que el sabia más cosas que yo. No sé si eso sea cierto, pero hasta la fecha, él para mi es Don Félix.

Dice Don Félix que los dioses que nos hicieron morenos eran muy inteligentes, y que dentro de su inteligencia construyeron todos los caminos de este mundo lo suficientemente anchos como para que los caminaran dos personas juntas. Dice Don Félix que eso es porque siempre es más bonito caminar hablando con una persona y que de pasadita, también, porque los Dioses nos hicieron miedosos y la compañía siempre sirve de aliento por si a la mitad del camino uno de los dos se quiere regresar.

También me conto que una vez se dio cuenta que un mismo camino puede llevar a dos personas a distintos lugares, o que dos caminos distintos pueden llevar a dos personas distintas al mismo lugar, me dijo que era porque lo importante cuando caminas no es el rumbo que tomas, si no cuánto te ríes al caminar, dice que la risa durante un camino construyen el destino al que se llega. Por eso mismo siempre es mejor ir acompañado de alguien cuando inicias una caminata, porque es por todos sabido, dice él, que dos risas construyen un mejor destino que una sola.

También, para rematar esa platica llena de tabaco y café hirviendo, porque según Don Félix el café se toma hirviendo y sin azúcar, me dijo que era importante siempre caminar a lado de la persona que uno elija como compañero de caminata, que nunca ¡JAMAS! (él en la platica también enfatizo el “JAMAS”) uno debe ir atrás del otro, eso, me dijo Don Félix, sería fatal. El horizonte debe ser el destino de los caminantes durante una caminata, si uno en algún momento pierde de vista el horizonte y se le olvida que pa´ya van ambos, el viaje fracasara.

Estas bien pendejo mano, aun te falta mucho que aprender, me dijo Don Félix, pero si quieres en otra ocasión seguimos platicando para intentar quitarte lo pendejo, ya son las 12 y a esta hora por aquí asustan. Me dio un apretón de manos y se fue por el caminito que llevaba a su casa.